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“Maria": El canto como redención y condena

Maria (2024)

En "Maria", Pablo Larraín nos adentra en los últimos días de la soprano Maria Callas, una mujer cuya vida estuvo definida por un talento que nunca fue realmente suyo. La película, protagonizada por Angelina Jolie, es tanto un retrato íntimo como una meditación sobre los efectos devastadores de la explotación personal y artística. Callas, una figura imponente en el escenario, pasó gran parte de su vida siendo moldeada, dirigida y controlada por los deseos y ambiciones de otros. "Maria" no es solo un homenaje, es un análisis profundo de lo que significa ser prisionera de tu propio don.


Desde sus primeros años, Maria Callas fue tratada como un prodigio a explotar. Este trauma inicial se refleja en cada aspecto de la película, donde el París de los años setenta, capturado con una melancolía visual impecable, se convierte en un escenario donde la soprano intenta encontrar las piezas de una vida que nunca le perteneció.


Angelina Jolie entrega una interpretación contenida y profundamente emocional, que refleja la fragilidad de una mujer dividida entre su identidad pública y sus deseos personales. La película explora esta dualidad al presentar a “Maria” como la mujer y a “La Callas” como el alter ego que dominó el escenario. Esta separación no es solo psicológica, sino casi mitológica, creando una distancia insalvable entre la diva que el mundo adoraba y la persona que nunca encontró paz.



Maria (2024)


El diseño de sonido es una pieza clave en esta narrativa. Cada aria, cada nota, está cargada de un peso emocional que parece gritar la lucha interna de Maria. El uso de la voz de Jolie, mezclada con grabaciones originales de Callas, no solo es técnicamente impresionante, sino que refuerza el tema central: la voz no le pertenecía por completo. Era de su madre, de sus admiradores, de los hombres que moldearon su vida, pero rara vez suya.


Larraín consigue devolverle a la figura de Maria Callas algo que su vida le negó en tantos momentos: dignidad, humanidad y entereza. A través de una dirección sensible y poética, arropa a su protagonista en una atmósfera cálida, trascendiendo sus crisis personales y caprichos para revelar la complejidad emocional de una mujer atrapada entre la fama y su vulnerabilidad. Es un relato que, irónicamente, también resuena con la trayectoria de Angelina Jolie, quien encuentra en este papel un paralelismo de su propia relación con el escrutinio público. Su interpretación, rica en matices, la devuelve al primer plano actoral, ofreciéndole la oportunidad de redención que a Callas se le negó en vida. Técnicamente, "Maria" es una obra que combina el lirismo visual con una estructura narrativa pausada, en línea con los trabajos previos de Larraín. La fotografía, elegante y nostálgica, captura la opulencia del París de los años setenta y a la vez subraya el aislamiento de su protagonista. Si bien el ritmo contemplativo puede no ser del gusto de todos, refleja con precisión el tono introspectivo de los últimos días de Callas.



Maria (2024)


En última instancia, la película funciona como una metáfora poderosa: la de devolverle la voz a una mujer cuya vida estuvo marcada por el silencio impuesto por quienes la rodeaban. A través de su arte, Larraín no solo explora el impacto de Callas en el mundo, sino que también le ofrece una suerte de redención simbólica. "Maria" es tanto un tributo como una reconciliación, una obra que nos recuerda el peso de ser un mito y la necesidad, a veces inalcanzable, de ser simplemente humana.



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