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“Gladiador 2”: Un espectáculo sin eco eterno


“Lo que hacemos en vida resuena en la eternidad.” La icónica frase de “Gladiador” cobra un peso especial en esta esperada secuela dirigida nuevamente por Ridley Scott. Dieciséis años después de los eventos de la primera película, regresamos a la antigua Roma para ver si el sueño de Marco Aurelio logró finalmente concretarse.



Sin embargo, ni las galeras, ni los combates feroces, ni los rinocerontes en las arenas han logrado llenar los zapatos de esta cinta original. A pesar del retorno de Scott a la silla del director y de la historia escrita por David Scarpa (“Napoleón”), el desafío de estar a la altura de una obra icónica parece haber sido una carga difícil de soportar.


La historia retoma años después de la muerte de Máximo (Russell Crowe). Lucio (Paul Mescal), el sobrino que presenció la caída del emperador, Cómodo (Joaquin Phoenix), se ve obligado a regresar como gladiador al Coliseo tras la conquista de su hogar por tiránicos emperadores que gobiernan Roma con puño de hierro. Lucio descubre que el futuro del imperio y su propio destino están entrelazados en un acto final de venganza y redención.


Scott entrega esta secuela con un despliegue visual ambicioso, más batallas y escenarios majestuosos que en su predecesora, pero la grandeza visual no garantiza un resultado memorable. Aunque Mescal ofrece una interpretación destacada, el desafío de ponerse la armadura de Russell Crowe y darle continuidad al legado de Máximo resulta colosal.



La elección de un nuevo rostro para el personaje de Lucio, en lugar de recurrir al actor original, Spencer Treat Clark, parece responder más a necesidades comerciales que artísticas, dejando un sabor agridulce.


La historia, además, presenta subtramas inconclusas o abiertas a la interpretación, como la ambigua ascensión al poder de los dementes Geta y Caracalla (interpretados por Joseph Quinn y Fred Hechinger), las cuales podrían haber enriquecido el desarrollo de los personajes antagónicos y secundarios. Incluso hay ideas que rememoran directamente a la primera cinta, sin aportar algo nuevo.


A pesar de las intensas escenas de violencia que llenan las dos horas y media de película, la narrativa avanza rápidamente por momentos de desarrollo que se sienten apresurados y poco sustanciales. Es como si la película fuera una espada en constante movimiento, buscando cortar sin detenerse en el impacto de sus golpes.


Este apresuramiento resulta en una oportunidad desperdiciada para desarrollar a fondo a los personajes y sus relaciones, y opaca las interpretaciones del elenco.


“Gladiador 2” es, en efecto, una película entretenida que logra captar la atención del espectador, pero con una narrativa acelerada y mucha parafernalia que hacen cuestionar si realmente era necesaria una secuela. Esta cinta difícilmente resonará en la eternidad como su antecesora, ni siquiera con su nueva banda sonora, que no alcanza la grandeza de la original.



Al final, la fuerza y el honor parecen seguir perteneciendo únicamente a Máximo Décimo Meridio, comandante de las tropas del norte, general de las legiones Félix, leal servidor del verdadero emperador, Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, esposo de una esposa asesinada, y quien buscó alcanzar su venganza, en esta vida o en la otra.

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