top of page
Buscar

"Aún Estoy Aquí": La ausencia como única certeza.


“La literatura, la música y el cine son instrumentos para crear memoria, pero, sobre todo, son instrumentos contra el olvido.” Walter Salles.


"Aún Estoy Aquí" obtuvo tres nominaciones a los premios Oscar: Mejor Película, Mejor Película Extranjera y Mejor Actriz, consolidando su impacto no solo como obra cinematográfica, sino como un poderoso testimonio de resistencia que trasciende la pantalla. Una invitación a recordar desde una mirada íntima a las consecuencias de una dictadura militar en la óptica de una familia.



El largometraje narra la historia de la familia Paiva, que, como tantas otras, vio su cotidianidad desgarrada por la dictadura militar que oprimió Brasil entre 1964 y 1985. Basada en las memorias del hijo menor, Marcelo Rubens Paiva, Aún Estoy Aquí (2015), la película se centra en Eunice Paiva (Fernanda Torres), quien enfrenta el secuestro de su esposo, el exsenador Rubens Paiva en el año 1971. Desde la intimidad de un hogar que se resiste al olvido, la historia reconstruye el dolor de quienes quedaron atrás y la lucha de aquellos que debieron seguir adelante con la ausencia como única certeza.


Walter Salles, uno de los cineastas más influyentes del cine brasileño, ha dedicado su carrera a explorar la memoria y la identidad. En filmes como Estación Central (1998) y Diarios de motocicleta (2004), ha demostrado una sensibilidad singular para retratar las historias de quienes resisten a través del recuerdo. En "Aún estoy aquí", su visión se entrelaza con la de la familia Paiva, a quienes conoció personalmente. No solo dirige, sino que reconstruye, con un respeto casi documental, el eco de una historia real.


La película no busca mostrar el horror en su manifestación más inmediata, sino en sus consecuencias, en lo que ocurre cuando la violencia deja de ser tangible pero sigue habitando en el silencio y la mirada de quienes sobreviven. Lo destacable aquí es que la historia evita caer en la victimización. Eunice Paiva no se permite ser víctima y mantiene su dolor reprimido, sin grandilocuencias ni excesos, sino con una contención que habla más de resistencia que de sufrimiento expuesto. Del mismo modo, la película rehúye del morbo, alejándose de una representación explícita de los hechos ocurridos y optando por una narración que se enfoca en lo que viene después: en la ausencia, en la memoria y en la necesidad de seguir adelante.


La selección del reparto juega un papel crucial en la historia, logrando que los personajes de la familia Paiva sean un fiel reflejo de la realidad. Fernanda Torres, en el papel de Eunice Paiva, encarna magistralmente esta herida latente, sosteniendo su interpretación sobre la contención emocional. Su actuación construye un puente entre la memoria y la resiliencia, entre la pérdida y la lucha silenciosa por no olvidar. En un gesto profundamente simbólico, Walter Salles incorpora a Fernanda Montenegro, madre de Torres, para interpretar a Eunice en su vejez. Esta decisión, se inscribe en lo que el director denomina como "la familia cinematográfica", un recurso que ha utilizado en otras películas y que considera parte de su proceso creativo.



La historia tardó siete años en ser finalizada, un proceso en el que Salles no solo rescató la esencia de la familia Paiva, sino que también capturó la esencia de un Brasil convulsionado, donde la luz y el movimiento de los primeros minutos de la película contrastan brutalmente con la sombra que se avecina. Para Salles, era fundamental destacar que, incluso en medio de la represión, el hogar de los Paiva—y Brasil en su conjunto—seguía siendo un espacio donde la cultura tenía un papel central. La música, los libros, el diálogo y la felicidad aún eran posibles, sosteniendo la idea de que un mejor país podía construirse. En este ambiente (del cual el mismo formó parte), niños y adultos convivían como pares, compartiendo ideas y sueños en una resistencia silenciosa. La cámara de 8mm presente a lo largo del filme de los cuales algunos registros fueron filmados por los mismos actores, es un recurso que refuerza esta sensación de nostalgia, evocando con calidez la vida en Río de los años 70.


El contexto político y social en el que se gestó el proyecto también influenció su forma final. Los siete años que tomó su realización no fueron solo producto del proceso creativo, sino que también estuvieron marcados por el clima político de Brasil, donde el debate sobre la memoria histórica y la justicia seguía siendo una herida abierta. En palabras de Salles:


“Poco a poco, cada vez más, lo que se suponía que era un largometraje sobre un pasado que no hemos visitado lo suficiente se fue convirtiendo en una propuesta sobre el presente.”

En un mundo donde el neofascismo y la ultraderecha resurgen con fuerza, "Aún estoy aquí" es un testimonio de resistencia, un homenaje a las víctimas, pero también una denuncia de la impunidad. En un Brasil que posee la herida abierta de quienes debieron seguir adelante sin respuestas, de quienes fueron desaparecidos y de aquellos que nunca fueron enjuiciados. Es un recordatorio de que la memoria es la única arma contra el olvido.



bottom of page